jueves, junio 23, 2011

Conocer a la gente, conocer a los santos (en el umbral de la Fiesta de san Josemaría)

EL EJEMPLO QUE PERSUADE


Vivimos en la época de los gestos y las imágenes. Todos quisiéramos enseñar lo mejor que tenemos y causar en los demás las mejores impresiones. La marca Perú, que ha dado la vuelta al mundo, es una prueba evidente de lo que hoy se busca frente al mundo.

Este modo de proceder se sustenta con el cuidado y la calidad de lo que se ofrece. La imagen debe responder a la verdad para que el producto sea aceptado y querido por los clientes. Quienes trabajan en estos mercados se esfuerzan en cuidar el control de calidad de sus productos y en el modo de presentarlos. Es toda una ciencia que con los años se ha ido perfeccionando y tiene hoy una aceptación universal. Además, en estos campos podemos constatar que todos quisieran seguir el buen ejemplo de los mejores.

A la vuelta de los años hemos visto, en casi todos los rubros del mundo comercial, una mejoría que da gusto: mejor equipamiento y calidad de presentación de las tiendas, mejores envases para los productos que se sacan al mercado, mejor atención al cliente, ofrecimiento de grandes ofertas para incentivar las compras, etc. Se puede apreciar por ejemplo el salto de calidad que dieron las estaciones de gasolina (grifos), en la implementación de sus locales, incluso los que están en los lugares más apartados, luego hemos visto el progreso en las instalaciones de los centros comerciales, las farmacias, las librerías, los cines, etc. Y ahora se están intentando mejorar los sistemas de transporte para dar una mejor atención a los usuarios.

La mejora de las personas

Todo lo que hemos venido mencionando en los párrafos anteriores son ejemplos que persuaden. A todos nos gusta ver que las cosas mejoren y quisiéramos que todo siga por ese mismo camino.

Al llevar estos planteamientos a las personas aterrizaríamos necesariamente en el campo de la educación y ¿qué encontramos? Es como si hubiéramos hecho un viaje al pasado: carpetas viejas y destartaladas, aulas despintadas y sucias, materiales obsoletos y desfasados, programas antiguos, profesores poco competentes, sindicatos politizados que son un peligro, alumnos que no han aprendido ni lo elemental, ausencia de cultura, abundante ignorancia, pandillaje y delincuencia juvenil. En resumen: la imagen final de las grandes mayorías en el campo educativo es la del atraso.

En un rubro más pequeño vemos otro sector educativo que es independiente, autónomo y competitivo, que funciona con la ley de la oferta y la demanda, hacen propaganda en los medios ofreciendo grandes ocasiones de éxito a sus alumnos, buenos posicionamientos, liderazgos, posibilidades de estudios en el extranjero, puestos importantes en las mejores empresas, etc. Son empresas que venden educación a gusto del cliente y que centran su actividad en los aspectos académicos, que son útiles para competir en el mercado si son buenos emprendedores. Organizan actividades de interacción con alumnos de otros colegios de su mismo entorno social creando unos mundos exclusivos para ellos, pero que, en su gran mayoría, suelen ser cerrados para el conocimiento de la realidad de otros mundos que deberían conocer, para conseguir que el futuro sea mejor para todos.

Si nos fijamos en el prototipo de alumno que sale de estos colegios encontramos, en líneas generales, dejando de lado las excepciones, gente que busca su beneficio propio con motivaciones para el logro de un éxito personal con un posicionamiento social donde no falten comodidades (esto en el mejor de los casos) y bastante distante del mundo de las mayorías. Es difícil que perciban las reales necesidades de los otros mundos porque el tiempo lo dedican a sus propios logros.

La conducta personal en las relaciones humanas

Cuando decimos que lo más urgente en el país es la educación no nos estamos refiriendo solo a los aspectos materiales y a la situación social de las grandes mayorías sino a la conducta de todos y a las relaciones que se dan entre los seres humanos. Esto último es lo que hay que orientar con urgencia.

En educación siempre se ha subrayado al ejemplo como básico y fundamental para transmitir valores. El ejemplo es el mejor predicador. No todas las cosas buenas que el hombre hace se pueden considerar como el ejemplo acertado y conveniente que los demás necesitan ver.

Cuando el que sale a la calle se pregunta ¿qué me pongo?, lógicamente está pensando en dar una buena imagen vistiéndose bien y de un modo adecuado; sin embargo no podrá negar que ese pensamiento puede partir de la vanidad o afán de quedar bien frente a los demás y por tanto lo que busca es un beneficio propio. Aunque se vista bien, la ejemplaridad no tendrá la calidad del que se viste bien por amor a los demás.

En otros asuntos nos podemos encontrar con personas que están convencidas de estar dando un buen ejemplo, porque hacen bien alguna cosa que han aprendido y les parece que eso es suficiente para que sean emulados por los demás. Efectivamente estarían expresando una imagen de orden y eficiencia; sin embargo quienes los están mirando pueden respetar, e incluso admirar, esas conductas, pero hasta allí no más… no se identificarán para nada con ellos: “es ejemplar pero en su ley, yo no quiero ser así” podrían comentar sintiéndose distintos a ellos.

Muchas veces nos encontramos con personas que han aprendido a portarse de una manera teóricamente ejemplar porque se han acostumbrado a vivir con un orden notable y eficaz, pero son en la práctica como maniquís o piezas de museo que pueden exhibirse sin que motive un cambio en la vida de otras personas. Podríamos entonces decir que nos encontramos con la paradoja de unas vidas ejemplares que no son oportunas. Enseñar un Longines de oro no es acertado para motivar la compra de un reloj de uso diario. No está mal, pero no tiene nada que ver con lo que se desea conseguir.

Es urgente el ejemplo que persuade

Es realmente ejemplar la persona que sabe amar a los demás. El que tiene en su corazón los ingredientes necesarios para amar al prójimo y se esmera en mil manifestaciones de servicio y comprensión. El que consigue con sus propios recursos humanos y la ayuda de Dios, que muchos quieran mejorar y les hace grato el camino con el ejemplo de su vida. Este tipo de ejemplaridad tiene como gran modelo a Jesucristo. Las personas que se parecen a Cristo son dignas de ser imitadas. No depende de la edad, ni de la ciencia, ni de los temperamentos, depende exclusivamente del corazón y del trato que se tiene en las relaciones humanas. “Allí donde se siembra amor se recoge amor” decía San Josemaría Escrivá de Balaguer.

El ejemplo de los santos (San Josemaría, “el santo de lo ordinario”)

Los santos no son seres especiales, raros u originales. Son personas que saben querer a Dios y a los demás y dedican su vida a un continuo servicio al prójimo, olvidándose de ellos mismos. Por eso decimos que son seres ejemplares. Este domingo recordamos una vez más la fiesta de San Josemaría Escrivá. El beato Papa Juan Pablo II que lo canonizó decía que era el santo de la vida ordinaria. Efectivamente si conocemos bien su vida encontramos el ejemplo de una persona que luchó por la santidad en medio del mundo a través del trabajo profesional, poniendo a Cristo en la cima de todas las actividades humanas. También el día de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio, recordamos a los Papas Santos, como Juan Pablo II, que fue para nosotros un hombre ejemplar en todos los aspectos.

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