jueves, junio 27, 2013


Fiesta de San Josemaría
HABITOS PARA LA  ENTREGA A DIOS
El pasado 26 de junio se conmemoraron los 38 años de la partida al Cielo de San Josemaría Escrivá, el santo de lo ordinario, tal como lo calificara el Beato Papa Juan Pablo II, en la ceremonia de canonización celebrada en Roma el 6 de Octubre de 2002. Ahora Juan Pablo está en el umbral de su canonización, ya se aprobó el milagro, solo falta que el Papa Francisco decida la fecha.
Conocer la vida de los santos forma parte de la cultura de una persona. Los santos son seres ejemplares que motivan a los mejores a seguir por los caminos correctos para conseguir las mejores cosas para los demás y dejarlas en herencia. Qué mejor herencia que la que sirve para ganar la vida eterna, el fin de felicidad para todos los hombres.

¿Qué es necesario para entregarse a Dios?
Los santos son quienes mejor pueden indicar cuales son las condiciones que se requieren en un camino de entrega a Dios, porque con una vida interior fina y de alto nivel pueden darse cuenta si las personas tienen condiciones para ser instrumentos de Dios.
Es cierto que el Señor llama a quien quiere y hace lo que sea para que se convierta en un instrumento suyo alguien que está muy lejos. Algunos santos han sido conversos de una vida desordenada o agresiva contra los valores cristianos, otros en cambio proceden de hogares estables donde han recibido cariño y una orientación correcta.
Esté como esté el que es llamado por el Señor, las condiciones para vivir una vida de entrega a Dios son exigentes. El que esté dispuesto seguir a Dios debe comprometerse a vivir esas exigencias toda la vida.

La gran dificultad de los tiempos actuales: escasos hábitos de vida cristiana y exceso de frivolidad.
La tragedia del relativismo actual, que esconde la verdad y acrecienta la fantasía, es un obstáculo serio para el que quiere seguir a Dios y para los que lo aceptan y lo reciben en alguna institución.
Puede ser que ambos no vean la realidad y respondan solo al entusiasmo de unas ideas fantásticas o a las invitaciones de un grupo alegre y motivador del momento, que organiza actividades. Pedir como condiciones el apuntarse a un sistema y calificar a la gente según la asistencia, (si viene o no viene), no tiene demasiado sentido, si no existen hábitos arraigados de una vida cristiana disciplinada que se ha conseguido mucho antes.
No se puede saltar dos metros si antes no se saltaba uno con facilidad. Lo previo a un camino de entrega deben ser los hábitos buenos de vida cristiana, si no se consiguieron antes, no se debe dar ningún paso definitivo, hasta que no se logren las virtudes esenciales para que la decisión de una entrega a Dios sea real.

Son esenciales las virtudes propias de cada uno
Perseguir que una persona vaya a Misa no sirve mucho. Primero hay que conseguir que quiera, después que luche y después que consiga el hábito de ir siempre y no faltar nunca, que la disposición sea firme.
Hoy es necesario poner bien estas bases porque la gran mayoría de personas que no tiene hábitos cristianos, podrían vivir algo por el entusiasmo del momento, por imitar a otro, por una disciplina o regla de alguna organización. No son sus virtudes las que estarían en juego, son disposiciones de otros, sistemas o reglamentos que pueden conseguir un orden,  tan aparente como engañoso.  La finalidad de la formación no es que todo se vea ordenado sino que la persona sea realmente virtuosa.
Las virtudes personales deben sobresalir como consecuencia de una conquista personal con la ayuda de los demás y de la gracia de Dios. El pasado pudo estar equivocado y manchado, pero si hay virtudes, esa persona conversa y bien dispuesta puede ser santa.

Conocimiento previo antes de seguir un camino divino
Una persona que quiere seguir a Dios debe saber que:
·         Debe tener el hábito de levantarse temprano todos los días.
·         Debe vivir con finura la virtud de la Santa Pureza.
·         Debe ser sincero en la dirección espiritual y decir siempre la verdad.
·       Debe vivir unas normas de prudencia y cuidar su corazón, que debe estar limpio para amar.
·      Estar desprendido de las cosas materiales. No tener ambiciones materialistas ni frívolas en el corazón.
·        Debe estar dispuesto a obedecer para hacer siempre lo que Dios le pida.
·    Debe ser laborioso y trabajador. Tener ganas de aprender cada día más. Saber escuchar con  humildad.
·     Tener disposición de sustituir a los demás cuando haga falta sin buscar ninguna recompensa ni paga.
·      Querer a la Iglesia, al Papa, a los sacerdotes y a las almas en general.
·      Querer a la familia. Ser ejemplar en el cuarto mandamiento, querer a los amigos sin tener amistades particulares.
·        No hacer  acepción de personas ni grupos aparte.
San Josemaría Escrivá de Balaguer fue un santo que predicaba por todas partes la santificación del trabajo ordinario. Decía que todos podemos y debemos ser santos porque eso es lo que Dios nos pide y agregaba “estas crisis mundiales, son crisis de santos”
La llamada universal a la santidad continúa vigente. La respuesta de fe, en el año de la fe, debe llamarse: santidad.
San Josemaría ofreció su vida por la Iglesia y se fue al Cielo el 26 de junio de 1975, a la hora del angelus mirando un cuadro de la Virgen de Guadalupe.
Agradecemos sus comentarios.

1 comentario:

María del Carmen dijo...

Gracias por este mensaje, por su precisión en lo que consiste la santidad personal que conlleva a tener presencia de Dios como el mayor regalo de la vida.