martes, junio 04, 2013


Galenos de viajes y conferencias

LA HUMANIDAD DEL MÉDICO

En todas las etapas de la vida es conveniente tener un médico cercano para consultarle cuando sea necesario sobre nuestra salud o la de nuestros seres queridos. Solemos elegir el médico ideal de acuerdo a los criterios por los que se rigen los seres humanos en el mundo entero: que sea competente, que esté al alcance,  que nos considere y sea realmente un amigo.  Percibir el cariño del médico amigo da mucha alegría y seguridad.

En algunas ocasiones necesitamos con urgencia la cercanía del médico: cuando tenemos una enfermedad un poco más complicada o cuando necesitamos que nos hagan una intervención quirúrgica. Hoy la medicina ha avanzado tanto que existen las técnicas y aparatos adecuados para que los pacientes sean atendidos convenientemente de acuerdo a la enfermedad que tengan, sin embargo el paciente y la familia esperan siempre al médico amigo, al que sabe hablarles con cariño y comprensión, al que persuade a las personas por su conocimiento y su talante humano.

Todos podemos darnos cuenta que la técnica, por muy buena que sea, nunca sustituye a las personas. El que está en cuidados intensivos enchufado a los aparatos más sofisticados necesita que esté alguien que le quiere a su lado y que pueda comunicarse con él, igualmente la familia del enfermo no se queda tranquila solo porque los aparatos están funcionando, necesitan que el médico, cada cierto tiempo, les comunique cómo van las cosas, si el enfermo está reaccionando bien o no. El médico debe decirles la verdad y a la vez consolarlos y serenarlos, debe tener la habilidad para relacionarse muy bien con el paciente y con los familiares que están a su cuidado. No se trata de una estrategia, es una comunicación humana llena de afecto y consideración. Todos entendemos que cuando se quiere a las personas, las noticias duras se pueden transmitir con una profunda humanidad, que protege y ayuda a las personas que sufren para que lleven las cosas bien.

Si al médico le falta el talante humano, sobre todo cuando se trata del dolor de un  paciente o el de sus familiares,  podría, sin quererlo, cometer verdaderos maltratos y atropellos. El médico debe darse cuenta de estos imponderables, para que ponga siempre la cuota de sacrificio y de paciencia que es necesaria en determinadas circunstancias.

Tener cerca al médico amigo para cualquier eventualidad se ha convertido casi en una necesidad para la mayoría de las personas. Algunas veces es difícil encontrarlo, ocurre a menudo cuando se trata del seguro social, que suele colocar al médico de turno. Puede ser que haya suerte y uno se quede tranquilo con el que le tocó, pero otras veces los pacientes están pensando seriamente cambiarse a otro, porque el de turno no les gustó.

 Es importante tener en cuenta la psicología del paciente. En este mundo hay una gran variedad de formas de ser.  Algunas veces las personas tienen una exigencia desorbitada y pueden ser injustos con algún médico bueno y competente. Otras veces son los médicos los que causan antipatías y rechazos, por su incompetencia profesional o porque son poco humanos en el trato y los pacientes pueden sentirse maltratados.

Es lógico que cuando alguno tiene necesidad de una intervención difícil llame a un especialista y procura que sea el mejor de todos. En el campo de la medicina hay extraordinarios profesionales, hombres muy bien preparados en su especialidad que tienen un gran prestigio y todo el mundo los llama.

Pero existen también dentro de estas lumbreras o eminencias los que saben mucho pero están tan metidos en sus libros que se encuentran más cercanos a las técnicas o a las enfermedades en si que a los propios pacientes o sus familiares. Nos encontramos, en este mundo, con grandes sabios, que no son los mejores porque les falta la cuota humana necesaria para tratar a las personas.

Hoy más que nunca necesitamos la gente cercana a la gente y mucho más en el campo de la medicina. Se necesitan las virtudes de las personas buenas que llegan a los demás. La sabiduría de los sabios, por más brillante que sea, no consuela ni alivia como el calor humano del que sabe amar. Si se combinan sabiduría y amor, ¡gran cosa!

Gracias a Dios la medicina progresa y junto a ella los conocimientos para tratar major a las personas. Es muy urgente en el caso de los cuidados paliativos que los pacientes necesitan en situaciones de estado terminal. Un enfermo que va a morir sigue siendo una persona y si está débil tiene más derecho para ser tratado con la mayor delicadeza possible.  Es muy importante que nadie se sienta desechado porque ya no tiene esperanzas de vida. Quien sabe ser fino y delicado con los enfermos sabe mucho.

Habría que pedirle especialmente a los galenos de viajes y conferencias, que no descuiden el trato cercano y lleno de delicadeza y comprensión  para los pacientes y en el año de la fe recordarles que Dios existe y también interviene en la vida de las personas.
Jesucristo dedicó tiempo a los enfermos e hizo muchos milagros.  La historia recoje, en todos los países del mundo, las intervenciones de la Providencia en la vida de los pacientes. Cuantas “lumbreas” humanas han tenido que agachar la cabeza y reconocer las intervenciones milagrosas de Dios en alguno de sus pacientes.  Un médico con fe  es doblemente médico. Esa es la verdadera sabiduría.

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