El prestigio de ser bueno
EL LIDER OCULTO
Cada día aumentan en nuestra sociedad los falsos líderes que se
presentan como si fueran los auténticos conductores de grandes o pequeñas
masas. Suelen ser “encantadores de
serpientes” que construyen su popularidad con estructuras endebles que
parecen de acero y son de plomo. Parece que empiezan bien, pero al poco tiempo
se complican, más tarde se derrumban y al caer perjudican a personas buenas y a
instituciones o empresas donde trabajan.
No queremos referirnos ahora al liderazgo de los proyectos que
se escriben en un papel, que podrían ser brillantes desde el punto de vista
empresarial, tampoco a la calidad de productos en los mercados, ni a la
eficiencia de los resultados obtenidos o de los que se podrían alcanzar.
Nos queremos referir fundamentalmente a las personas, a la
trayectoria de sus vidas, al conocimiento que tienen de la realidad y de las
demás personas, a su ámbito familiar, a sus intenciones y a lo que puede haber en
el fondo de sus corazones y saber qué es lo que realmente les mueve.
El auténtico
líder
El auténtico líder es la persona inteligente que conoce bien sus
limitaciones y a través de ellas se da cuenta de la valía de otros que podrían
ser mejores que él. El conocimiento de la calidad de las personas lo llena de
entusiasmo y lo motiva a esforzarse para conseguir el mejor rendimiento de cada
uno. Es el maestro que está al
lado del discípulo acompañándolo, como
pide el Papa Francisco, en cada paso que de.
El auténtico líder sabe bien que es ave de paso, no buscará apegarse
a los puestos o a las personas como si fueran de su propiedad. Transmitirá
su experiencia sin imponer nada, en un clima de cordialidad, libertad y
amistad. Un buen líder es como un padre que quiere que sus hijos sean mejores
que él, preparará bien a sus sucesores y dejará la escuela de un ejemplo que
perdura y trasciende al tiempo. Al líder se le recuerda con cariño toda la
vida.
Por su categoría humana, el buen líder conoce las posibilidades
de las personas y dónde es necesario apretar o soltar para que los discípulos
aprendan y esté unidos entre ellos. Sabrá contar con ellos sin ningún temor
buscando que se den unas relaciones humanas armoniosas tejidas por el respeto
mutuo y la admiración constante. El buen líder es el que sabe preparar gente
creando ambientes gratos donde se conjuga la disciplina y el trabajo serio con
la camaradería de una sólida fraternidad.
El falso
líder
El falso líder es la persona impulsada por un amor propio
desmedido que busca el protagonismo y ser la
sal de todos los platos, por encima de todo, no le gusta que otros le hagan
sombra, siente que está llamado a ser redentor
de los demás con su presencia y sus sistemas. Está tan ensimismado en su yo y
tan seguro de sus criterios, que duda que los demás puedan tener éxito sin su
injerencia o control. Podría ser
exitoso en el campo de su especialidad pero suele tener ocupada su inteligencia
dentro de los parámetros de sus propios criterios, elaborando teorías
“geniales” para ganarse la aceptación y la aprobación de los demás. Esta
preocupación, cargada de vanidad, le
impide ver la realidad y lo aleja de las personas. Ejerce su liderazgo con una
suerte de obsesión enfermiza porque quiere poner su marca y que nadie le gane
la posta. Busca compulsivamente el éxito mirando casi exclusivamente la
utilidad de las personas con quienes negocia prometiendo ofrecimientos o
compensaciones a cambio de lealtad a sus proyectos.
El falso líder hace bulla, revienta
cohetes, llama la atención, su afán de protagonismo tan grande que termina
metiéndose en el trabajo de los demás imponiendo sus ideas o sistemas y creando
un ambiente de rechazo en la interioridad de muchas personas. Con su imposición
hace lo posible para tapar la boca y arrinconar en una dolorosa esclavitud a
quienes no piensen como él, sin dejar que se manifiesten. Lamentablemente hoy
muchos viven pisados y amenazados por estos “líderes”
que buscan más guardar su imagen y
prestigio que la suerte o el futuro de las personas que trabajan con él o para
él.
El liderazgo
oculto
El verdadero liderazgo no se impone. Tampoco es consecuencia de
la aplicación de sistemas que enseñan a tener éxito y no dicen nada del
servicio y la generosidad que se debe tener con las personas, no como
consecuencia de una política sino por el verdadero aprecio a cada persona en
concreto. Nunca será un auténtico líder el que crea un liderazgo para brillar por encima de los demás
llevando una conducta de arrogancia y una actitud altiva de una falsa
superioridad.
Termina siendo detestable el que se cree la divina pomada y se pone por encima de los demás porque está
convencido que es mejor que el resto o porque piensa que es de un status o condición
superior.
La gente buena descubre al que es bueno de verdad, al que no
hace acepción de personas y da la mano a todos, al que está dispuesto a servir
y es a todo terreno, al que no hace ascos con nadie y sabe perdonar y
comprender, al que es sencillo y humilde y sabe ponerse cerca de todos. El que
es así tiene la autoridad y el prestigio del verdadero líder. Todos quisieran
ser como él porque es atractivo su agradable modo de ser, respetuoso y educado. Es el líder que no busca llamar la
atención y que los demás terminan iluminándolo por ser realmente bueno.
Agradecemos
sus comentarios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario