UN
PASO AL COSTADO
En
diversos sectores de la sociedad se le pide a una persona que de un paso al costado cuando no están
contentos con su conducta, su trabajo o sus actitudes, o por otras
circunstancias que no aconsejan su permanencia.
Es
una expresión que puede utilizarse
con propósitos distintos que van desde el mandato imperativo para
expulsar a alguien hasta el consejo más cariñoso y delicado cuando se le pide
que se aleje por su propio bien. En otras situaciones esta expresión es también
motivo para la buena reflexión de quien está pensado retirarse de un trabajo
por distintos motivos.
Nos
encontramos fácilmente frente a un abanico de posibilidades. Un paso al costado puede emplearse de
modo correcto o incorrecto, para ser justicia o para cometer una grave
injusticia. También se emplea por
razones “políticas” cuando alguien debe
dejar su trabajo o apartarse del grupo al cual pertenece, aunque sean
brillantes sus planteamientos. De una manera distinta también lo utiliza el que
huye de una responsabilidad o compromiso adquirido.
Razones y conveniencias
para dar un paso al costado
En
muchos casos existen razones para dar un paso
al costado. Toda persona debe saber cuándo es conveniente quitarse de en
medio. Nadie debería aferrarse a un trabajo y menos a un puesto o cargo. Todos
pueden ser sustituibles, nadie es indispensable.
Una
persona inteligente sabrá delegar y preparar a sus sucesores con humildad y
sencillez, para que lo reemplacen con ventaja, cuando sea conveniente. Sabrá también que es importante
retirarse a tiempo y alegrarse de ser sustituido por otro que puede ser mucho
mejor que él.
Si
se trata de alguien que no actuó con corrección, debería reconocerlo con
hidalguía y ponerse en la disposición de dar un paso al costado,
sin anidar en su interioridad ningún tipo de resentimiento.
Actuar
con corrección no solo se limita a cuidar los límites del bien y del mal. Puede
ser que una persona, por los motivos que sean, no tenga la suficiente capacidad
para resolver determinados asuntos, o que sus planteamientos, por muy brillantes que parezcan no
encajan para lo que realmente se quiere en una empresa. Los jefes o dueños de la empresa ya no quieren contar con él
porque tienen otras opciones que consideran mejores. Todo esto debe darse
dentro de la más estricta justicia para que los cambios que se quieran hacer no
perjudiquen a nadie.
Las
finalidades deben estar claras y también los compromisos. ¿Qué fue lo que se le
propuso? y ¿qué fue lo que se aceptó? ¿Qué se esperaba de esa persona? ¿Cómo
fue su desempeño? o simplemente le llegó la hora de darle paso a otro que viene
para el reemplazo.
El dar un paso al costado podría ser un acto de sensatez y
honradez para facilitar aspectos positivos para otros proyectos, o un beneficio
para más personas. Nadie, con su conducta debería amarrar su participación o
intervención como condición para que todo camine, tampoco debe supeditar su
trabajo a modos propios y originales que podrían perturbar o paralizar los
proyectos de otras personas. La inteligencia no solo debe mirar a lo que
siempre se ha pensado que se debe hacer, también es importante mirar a los
costados y ver que otros pueden tener mejores proyectos o modos de trabajar.
Si
alguien no está cumpliendo con sus compromisos no puede seguir como si no
pasara nada. Si se encuentra en esas condiciones no tiene derecho exigir nada.
Primero debe arreglar su situación. Si está en falta, lo correcto es reconocer
el fuera de juego, y tener la hidalguía de irse, si no desea
cumplir con lo que se comprometió. Si se quiere quedar debe arreglar antes las
cosas y dar garantías de querer hacer las cosas bien.
A
las personas hay que ayudarlas para que sean fieles a su compromisos, no a que
corten rápidamente y se manden mudar. La fidelidad no es solo perseverancia,
responde también al cumplimiento de unos compromisos y es una conducta. Una
persona fiel es la que ama correctamente y se esfuerza por cuidar bien su corazón
para que ame con corrección. El que se equivoca, si sabe rectificar con un
arrepentimiento sincero, podrá ser fiel y llegar a buen término.
Cuando
Dios le entrega a Moisés las Tablas de la Ley, le recuerda que los Mandamientos
son la misma ley natural, que es para todos. En nuestra naturaleza está el
deber de amar con orden, por la existencia de esa ley.
Amar
con desorden es contra natura y
desequilibra a la persona, la corrompe. Esta realidad no es solo para los
cristianos, es para todos los hombres. Se puede sanar de una herida con la
ayuda de la gracia de Dios y con la perseverancia en una terapia para ir consiguiendo recuperar lo que se había perdido.
Algunas veces ese tratamiento impide una dedicación como se tenía antes. Es
como el lesionado que no puede jugar hasta que recupere, y en otros casos ya no debe jugar
porque la lesión lo ha limitado para siempre y tendría que dar necesariamente un paso al costado.
En
las diversas instituciones y en todos los trabajos suelen haber reformas que
implican un cambio de personal. Tanto lo que entran a formar parte de un
proyecto como los que salen deben tener humildad e hidalguía. Nadie debería
entrar atropellando o pisando fuerte para luego aferrarse al puesto o a los
cargos o querer “trepar” a costa de los demás. Tampoco se debería salir de un
trabajo “echando chispas” por la ira de haber sido separado, guardando grandes
resentimientos.
Saber
entrar y saber salir de un trabajo o de un cargo es una obra de arte que le
toca a cada uno. La persona que habitualmente teje todo con amor a Dios y a los
demás no tendrá problema para adecuarse bien a un trabajo y para dar un paso al costado cuando sea
conveniente.
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