jueves, abril 24, 2014


El recuerdo de un hombre que nos quería mucho: San Juan Pablo II
EL MAL NUNCA ES CAMINO HACIA EL BIEN
Nuestros abuelos nos repetían para que estudiáramos más: “del pecado de ignorancia el demonio saca ganancia”. Este dicho tradicional tiene hoy más vigencia que nunca cuando constatamos estado de las personas y de los acontecimientos perniciosos que aumentan en el mundo.
No es necesario apelar a las advertencias de la Iglesia en su prédica milenaria para ser conscientes de lo que le pasa al hombre de nuestro tiempo y reconocer que la brújula que lleva ya no marca el norte a dónde debe llegar. Pareciera que el calentamiento global, al que se refieren los científicos, afecta principalmente a la cabeza del ser humano. Cuando el hombre pierde la cabeza es peor que los animales, porque la inteligencia se convierte en la servidora de sus bajezas.
La inteligencia sirve fundamentalmente para el conocimiento de la verdad, que da la capacidad (o idoneidad) para hacer el bien. Es una capacidad que debe desarrollar todo ser humano con la educación que recibe. Se educa esencialmente para que el hombre haga el bien y evite el mal, se llama: la formación de la conciencia. Esta educación, esencial para la felicidad y libertad del hombre, empieza en la casa y continúa en el colegio. Cuando se omite, o es deficiente, el hombre corre es riesgo de caer en alguna miseria moral, que lo puede esclavizar muchos años o toda la vida, sufriendo él las consecuencias de ese mal y haciendo sufrir a los demás.
En la visita que hizo al Perú el Papa Juan Pablo II, que será canonizado este domingo, estampó una frase que ha quedado grabada en la mente de todos los peruanos: “El mal nunca es camino hacia el bien”  Al decirla se separó de los papeles, elevó en tono de voz y subrayó cada sílaba con energía, mientras un mechón de su cabello caía sobre su amplia frente. En ese instante animaba a todos los que habían escogido un camino equivocado a enmendar el rumbo.
Hoy abundan los que han tomado un camino equivocado, unos no se dan cuenta y otros sí, unos persisten en el error con un voluntarismo feroz, otros estarían dispuestos a cambiar si se dieran cuenta de las cosas.

El peor de los males
La ignorancia es el peor de los males, quienes la padecen se encuentran sumergidos en unas esclavitudes que producen parálisis (no se avanza nada) y enfrentamientos (peleas tontas); como la de aquellos países atrasados que no han podido desarrollar y otros enfrentados por una violencia cruel e inhumana. Suele darse, en estos casos, una suerte de complicidad, o consenso tácito, entre naciones orquestadas por intereses políticos y económicos, en trata de personas o “negocios” turbios, para obtener prebendas. Son los enarbolan la bandera del servicio y de la honestidad, llenándose los bolsillos sin escrúpulos, con las facilidades de una sociedad permisiva que vive, por ignorancia, en el libertinaje de la informalidad.
Siguiendo con más dichos populares; está muy claro que “en el país de los ciegos el tuerto es rey”. La ceguera es la ignorancia. Pareciera que hace unos días la luna se puso roja de la vergüenza que le dio al mirar la tierra y comprobar que el índice de ignorantes a crecido considerablemente. Ya no se ve la realidad, porque la miseria moral y la espiritual la tapan. La primera por todos aquellos que se encuentran sumergidos con alguna dependencia (o compulsividad) que los disminuye como persona y la segunda por todos aquellos que rechazan la verdad y no se dejan ayudar para que puedan entrar en el camino del bien.

La visita de un santo
En la década de los 80, cuando nos visitó Juan Pablo II, muchos peruanos estaban atrapados en organizaciones terroristas y eran deformados por sus líderes para que el odio crezca y puedan estar listos para matar, sin ningún escrúpulo, soñando con algún paraíso prometido. Como en todo movimiento subversivo: unos eran más fanáticos que otros. Daba penar comprobar que también formaban parte de esos grupos muchos inocentes que habían sido levados y que no tenían más remedio que alinearse, por las amenazas que recibían de sus captores. Ellos funcionaban con terror sin que comulgaran con esas ideologías totalitarias. Todos hemos sido concientes del daño inmenso que se hizo al país por la presencia de esos focos infecciosos que proceden de la ignorancia y del resentimiento.
Hoy, muchos sectores de la sociedad, con una desfachatez que clama al cielo, aplauden y premian a quienes lideraron o favorecieron estas corrientes de odio y violencia. El lobo se vuelve a presentar con vestidura de oveja y la ignorancia vuelve a permitir que la historia se repita y continúe el atraso, la inmoralidad y la violencia, como males endémicos difíciles de superar.
“El mal nunca es camino hacia el bien”  frase histórica pronunciada con fuerza por un hombre que nos quiso mucho diciéndonos la verdad, para que enrumbemos el camino. Solo nos queda confrontar nuestra conducta con la verdad de lo que debemos ser. Siempre el hombre está reclamándole al hombre y aunque todos sacan la bandera de la libertad, luego cuando llegan los resultados vienen las críticas, nadie está contento de las decisiones que toman los seres humanos, ¿será acaso que el hombre siempre se equivoca? y entonces ¿por qué se afirman con “tanta seguridad” los criterios personales?  ¿no será que el yo es el peor enemigo del hombre? 
Juan Pablo II, que será canonizado, con la aprobación, casi unánime de millones de personas, nos enseñó con su vida coherente y llena de amor un camino a seguir para lograr, con el tiempo, a establecer en la tierra la nueva civilización del amor.
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