jueves, abril 23, 2009

Cuando no se alcanza a ver la realidad
LEGIÓN DE “OPTIMISTAS”

Hace 40 años cuando un muchacho muy alegremente hacía un comentario demasiado optimista sobre las excelencias del futuro, un viejo educador le interrumpía para preguntarle: “y tú…¿en cuántas guerras has estado?”; que era como decirle: “Muchacho, ¡no seas ten ingenuo!, te falta mucha experiencia”

Con el paso del tiempo se han multiplicado los “optimistas” que ya no son tan imberbes, pero siguen siendo ingenuos, o cortos de vista, para darse cuenta de la realidad. Son generaciones que han ido creciendo con la ciencia ficción y los juegos electrónicos y no han podido desarrollar un aspecto importante de su madurez.

Pareciera que hoy no basta con peinar canas para poder percibir la realidad en toda su extensión. El sesgo de esta nueva mentalidad de “optimistas” modernos, que van teniendo más edad, está cobrando muchas facturas.

Una experiencia de hace 40 años
Como experiencia personal puedo contar una anécdota que me ocurrió en Roma el año 1970, cuando tenía 21 años.

No reunimos un grupo de estudiantes y le cantamos a San Josemaría Escrivá una canción que estaba de moda en ese tiempo, “La lluvia que cae” Es una canción muy optimista que dice en su letra: “El mundo está cambiando y cambiará más… Si al mirar la vida lo hacemos con optimismo veremos que en ella hay tantos amores…muchos de luchar están cansados y no creen más en nada de lo bueno de este mundo…” Cuando terminamos San Josemaría aplaudió y al instante comentó: “¿Se han dado cuenta de la letra? ¡Qué ingenuos son estos chicos!” y nos abrió los ojos para que aprendamos a ser realistas.

La fragilidad del “optimismo” contemporáneo

Volviendo a nuestro comentario, pienso que estamos rodeados de “optimistas” imberbes que no perciben la realidad y se dan el lujo de manejar las cosas con una falsa seguridad acompañada de proyectos ilusorios y estrategias desubicadas.

Lo estamos viendo en la actual crisis financiera. Primero fueron los “optimistas” que ocasionaron la crisis y ahora son los “optimistas” que piensan que no pasa nada y que pronto se revierte todo.

El Relativismo actual, que pone la verdad lejos del hombre, influye decididamente creando ambientes voluntaristas donde las personas están convencidas de sus intuiciones subjetivas como si fueran argumentos serios y sobre todo “positivos”. “Es lo que se siente… es lo que hay que hacer…”

No se trata de ser pesimistas o alarmistas apocalípticos, se trata de decir la verdad sin miedo. Para poder decirla hay que conocerla. El que no conoce no ve, está ciego y entonces intentará comprar un optimismo con su voluntarismo y el de todos los ingenuos que bailan con la misma música. Así tratará de auto asegurarse creando un clima tan “positivo” como falso y artificial.

Lo peor de todo es que estos “optimistas” de turno ponen en tela de juicio al realista o al que advierte de los peligros, llamándole: exagerado, pesimista, teórico…etc. y no le hacen caso, colocándolo fuera de lugar. Últimamente en Italia echaron tierra sobre las advertencias del sismólogo que predijo el terremoto de L´Aquila.


Las razones del realismo


¿Se puede saltar dos metros si no se puede saltar uno?, ¿Se puede ganar una carrera de velocidad estando cojo?, ¿se puede levantar si está muerto? Solo un milagro podría permitir que se puedan realizar estos objetivos.

El hombre de fe no es el que plantea saltar dos metros si no puede con uno, o ganar la carrera estando cojo y menos pretender que el muerto se levante. El hombre de fe es el que “pone todos los medios humanos como si no existieran los sobrenaturales y todos los sobrenaturales como si no existieran los humanos” (San Josemaría).

Ambos medios hay que ponerlos siempre. Los planteamientos del que tiene fe son realistas. Querer poner los medios sobrenaturales sin los humanos podría ser tentar a Dios, como el mal ladrón de la Cruz, o caer el la credulidad de pensar “con optimismo” que las cosas van a salir bien aunque no nos esforcemos por hacerlas bien.

No podemos decir que puede ser un buen padre de familia quien le está sacando la vuelta a su mujer. Si quiere ser un buen padre de familia tendría que corregirse. No puede ser un buen gobernante el que permite que se mate gente. No puede ser un buen policía el que se emborracha o cobra coimas.

No se puede establecer un código de ética si no se involucra a toda la persona en todas sus acciones (en su casa, en su trabajo, en la calle).

La fe y el realismo nos lleva a contar con personas que han cometido muchos errores, siempre y cuando estén arrepentidos y dispuestos a reconocer sus errores. Y no contar con personas que exigen tener una doble vida, como algo normal, o una doble moral.

El verdadero optimismo

Para arreglar las situaciones del mundo y de la sociedad hay que arreglar la vida de las personas. Este último punto, que indica un objetivo y una tarea a realizar es el que fundamente el verdadero optimismo. Es la gran esperanza de la conversión de las personas.

Las cosas no se moverán de su sitio, si las personas no cambian. Es más, todo empeorará si las personas no mejoran. Ser realistas no es ser pesimistas, es dar la voz de alerta para evitar los descalabros personales y sociales y señalar unas metas bien fundamentadas, que el “optimista de marras” ni las huele.

Jesucristo nos enseña a ser optimistas llevándonos a la Cruz, para que llevemos en nosotros el mérito de la identificación con El. El cristianismo no se puede hacer sin Jesucristo y si la Cruz.

Agradecemos sus comentarios

No hay comentarios.: