jueves, marzo 29, 2012

Para amar correctamente

EL ORDEN INTELIGENTE

El orden es una virtud que posee muchas aristas donde se combinan la funcionalidad con la belleza. El orden es consecuencia de una valoración profunda. Muchas veces se ha dicho que la función crea el órgano. Ahora podríamos decir que el auténtico amor crea el verdadero orden. Y el auténtico amor está lleno de matices. La caridad consiste en querer desigual a los que son desiguales. Podría parecer un contrasentido pero no lo es. La verdad es la que da sentido a las cosas, enseña miles de variables a tener en cuenta, y se proyecta en una correcta jerarquía de valores expresada con una profunda certeza.

El orden no es poner las cosas en el sitio donde se ven bien, ni salir en la foto con personas fotogénicas que hacen armonía con nosotros. Salir retratado con otros debe responder a un sentido de fondo que luego se aprecia al ver la foto. Los que salen saben qué representa ese retrato. Una foto desordenada no tiene sentido, invita a romperla y no a conservarla, está demás y se elimina. La calidad y la técnica podrían ser muy buenas pero no lo es todo.

Ordenar una biblioteca de acuerdo a la estética exterior de los libros (tamaño, color peso, etc.) podría ser bellísimo para la decoración, pero no para el lector que requiere de un orden distinto. Y cuando se trata de la biblioteca tienen prioridad los lectores, por lo tanto el orden correcto debe de estar al servicio del lector.

Las casas no deben decorarse de acuerdo al criterio del decorador sino al criterio del que va a vivir allí. Establecer unos esquemas o criterios de orden, para que todos se sometan, buscando una eficacia ajena a la voluntad de los que allí viven, no es lo más acertado. Más acertado es tener en cuenta las preferencias de los inquilinos y en todo caso sugerirles que consulten a un especialista que los pueda orientar.

El orden de las personas buenas puede incomodar, pero no suele perjudicar

Someterse a criterios o esquemas de otros no hace infelices a las personas, ni tampoco perderían su libertad. Por lo tanto no se debe exagerar elaborando teorías radicales.

Lamentablemente hoy la “bendita” autonomía de la conciencia de la sociedad relativista está confundiendo las cabezas de muchas personas. El hombre “autónomo” quiere decidirlo todo y subraya como esclavizante tener que someterse a una decisión ajena. Esta convicción, ligera, superficial y poco inteligente, responde al consenso de una sociedad que ha perdido la brújula.

Además, todos podemos constatar que, cuando las personas se alejan de la verdad, aparece al mismo tiempo, como síntoma característico, la pérdida de la finura humana junto a una suerte de agresividad cerril, que en ocasiones es hiriente. El que padece de esta enfermedad del espíritu, que ahora se ha convertido en pandemia, descalifica a quienes no piensan como él, colocando su opinión a nivel de dogma, como si fuera una verdad inmutable. Subjetiviza el dogma y dogmatiza su opinión.

Hace unos años nuestras mamás nos daban de comer lo que tenían y como no habían más platos que lo que ellas preparaban, había que comérselo todo. Nos obligaban a comernos toda la comida que nos servían. No solo no nos hicieron daño sino que nos hicieron un enorme bien, aunque estuvimos sometidos a sus sistemas verticales y autoritarios. Las recordamos con cariño y agradecimiento eterno. Ellas favorecieron nuestra libertad, porque nos daban todo con amor y para nuestro propio bien.

También nuestros maestros nos sometían a sistemas de disciplina con horarios apretados y exigencias estrictas que había que cumplir. Tampoco nos hicieron daño, al contrario favorecieron el desarrollo de virtudes humanas que enriquecen nuestra personalidad, para ser personas útiles y serviciales en la casa y en la sociedad.

Haber tenido una formación exigente en nuestra juventud es un enorme privilegio que agradecemos toda la vida. Nos da pena que otras personas no hayan tenido esa fortuna. Lamentablemente muchos padecen las consecuencias de esas falencias: inmadurez, irresponsabilidad, engreimientos, caprichos, egoísmos, indiferencia, falta de sensibilidad para ayudar a los demás, etc.

Las ventajas del buen uso de la libertad

Los tiempos actuales traen también más oportunidades para escoger. Más cosas pueden estar al alcance de las grandes mayorías. Sin embargo estas ventajas no indican que exista más libertad. La abundancia de cosas no hace libres a las personas, al contrario en muchos casos aparecen grandes esclavitudes. La libertad se alcanza con personas que poseen un orden inteligente. El orden que les permite amar con acierto y profundidad.

Es falso creer que se es libre por ser “independientes” o “autónomos”. El espíritu ligero de liberalidad crea un complejo persecutorio que se convierte en una fuerte esclavitud. El vacío de valores producido por una rebeldía irracional va acompañado de un resentimiento con angustia existencial, que puede caer en una fuerte depresión. Los escapes por la pretendida “independencia” pueden originar una pérdida de identidad y del sentido de la vida.

Para ser libres es imprescindible la lucha y el sacrificio, que incluye la renuncia a muchas cosas que gustan por otras que son mejores. No todo lo que gusta hace bien. Para eso está la conciencia, que es necesario formar, de acuerdo a las nociones del bien y del mal. De una conciencia bien formada surge la responsabilidad para acertar en la toma de decisiones.

La inteligencia nos hace ver que el orden ideal es el que favorece al bien de las personas. No es el sometimiento que se busca de los demás para lograr una comodidad o un beneficio personal, tampoco los reglamentos de una formalidad sin relación directa con las necesidades de las personas.

Es más inteligente la persona que se da cuenta de la necesidad de un orden para poder amar y alcanzar, cuanto antes, el bien que el hombre necesita para ser feliz.

Agradecemos sus comentarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hablar de valores se ha vuelto tambien en un lugar comun en muchos casos y ciertamente es necesario formar una conciencia. Para salir del lugar comun y del subjetivismo hace falta ser explicitos en valores y normas, por ello hay que especificar que nos referimos simplemente a los 10 Mandamientos y no a la sharia islamica o a los que determian el partido en las sociedades totalitarias.
ÁS